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Arq. Daniel Fassi
Columna
MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA UN FUNCIONARIO MUNICIPAL

Hace 30 años, no había radios en Merlo. Alguien inquieto podía llegar a escuchar Radio Nederland de Holanda en onda corta y sino, Radio Rio Cuarto, LV3 o alguna chilena por la noche. Los funcionarios municipales vivían bastante tranquilos, solo con los avatares de un pueblo de apenas 4.000 almas.

Con el surgimiento de radios locales, los vecinos comenzaron a efectuar sus quejas por el estado de las calles, el alumbrado, la recolección de residuos, los perros sueltos, etc. Cuando esta situación era nueva, muchos funcionarios se hicieron los que no escuchaban, pero pronto advirtieron que era peor, porque el reclamo se potenciaba en cantidad y virulencia con su silencio. La actitud luego, cambió por salir enseguida a dar la cara, que fue usada frecuentemente para la práctica del puching ball ciudadano.

Analicemos qué puede hacer el funcionario:
1) Negar todo. Esto que a veces a nivel nacional ha resultado para algunos mandatarios, porque uno no se la puede agarrar contra el televisor, a nivel local es suicida, porque en algún momento te encontrás con el tipo de frente en la calle. Ni pensar en esta alternativa.
2) Decir que se está tomando nota, que además se están disponiendo los medios para dotar al municipio de más hombres y mejor equipamiento para responder a las necesidades. Como esto se repite, la gente a veces no cree, pero por lo menos se despierta alguna expectativa. Sirve para salir del paso.
3) Mostrar la realidad, y avizorar un proyecto de largo plazo ambicioso pero a la vez realista. Me parece la última una alternativa interesante para indagar.

Mostrar la realidad, supone primero conocerla a fondo, y el municipio tiene la información. El funcionario debe procesarla y darla a conocer. Internet es un medio ideal para publicar estadísticas los datos de la realidad municipal. Desde cuánto cuesta al año mantener una cuadra en buen estado, cuántas cuadras hay en la planta urbana, qué porcentaje del gasto involucra cada sector (lo que hay de salud y educación, mantenimiento de la infraestructura, acción social, promoción turística, nómina de empleados y funcionarios con sus sueldos, etc), hasta el detalle de la recaudación, por rubro y por zonas en la ciudad. También es importante conocer el flujo de dinero desde y hacia nación y provincia, o sea el caudal de aporte por parte de los contribuyentes, y la coparticipación más otras inversiones que ingresan al municipio. Qué presupuesto total manejan nación, provincia y municipio por habitante. Ahí aparecerá a la vista de los ciudadanos un panorama interesante y hasta sorprendente.
Al funcionario le incumbe poner en perspectiva el reclamo del ciudadano, que normalmente ve cuestiones puntuales. Hay una cultura de protesta en nuestro país que se resume en la frase: “el que no llora no mama”. Y esto es cierto, pero solo desde una perspectiva individual o sectorial, porque en general, normalmente no se soluciona nada cavando un hueco para tapar otro, o corriendo la frazada cuando es corta. Y el ciudadano no puede tener la perspectiva general, si el funcionario, que dispone de la información no la muestra correctamente.

Tampoco sirve ver todo esto, si la única conclusión es: conformémonos con muy poco, no alcanzan los recursos. Eso no entusiasma a nadie. Los problemas de hoy, son consecuencia de decisiones tomadas (o dejadas al azar) mucho tiempo antes. Así también, aplicando en el presente políticas urbanas y territoriales correctas, se puede ir revirtiendo una situación producto del crecimiento acelerado y espontáneo, sin visión del conjunto y sin prospección futura. Hay que definir urgente una estructura y límites físicos precisos de crecimiento. Y con un buen proyecto, trabajar sobre la contingencia, que podrá incluir el aporte personal de los ciudadanos organizados por el municipio. A nadie se le va a caer el apellido por organizarse con los vecinos para tapar algunos pozos en la cuadra o desmalezar un espacio verde; hasta podemos encontrarle el gusto a ese trabajo comunitario, como lo encontraron en un pasado no tan lejano quienes acompañaron al Padre Tissera a levantar la Escuela que necesitaba Merlo o al intendente Falco a construir el Balneario Municipal.

Bajo presupuesto, baja coparticipación, planta urbana extendida, ineficiente y costosa hacen una combinación difícil de manejar. Se necesitan 30 años para revertir la situación urbanística, si es que hubiera intención de hacerlo. Mientras, la alternativa es dar a conocer la problemática comunal, marchar en la dirección correcta, procurar visión del conjunto de largo plazo y organizar la contingencia. ¿Apoyarán los ciudadanos? Es una jugada de peligro para el funcionario que tomando decisiones no habituales, puede quedar pagando en off-side, aunque si le sale bien también puede convertir un golazo. Habría que arriesgar.

Daniel Fassi
fassidaniel@merlo-sl.com.ar

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