Al hacer paisajismo hay muchos factores a tener en cuenta. Un aspecto fundamental del que en esta oportunidad queremos hablarles son las emociones. Por ello para diseñar un jardín, debemos poder imaginar y vivir por adelantado esos espacios, proyectándolos a la realidad.
Existen sensaciones cotidianas que nos proporcionan bienestar y nos generan emociones. Muchas veces quedan en nuestros registros más internos reminiscencias de aromas, colores, sonidos, texturas, vivencias… La capacidad de poder analizar lo que nos gusta, nos brinda un abanico de recursos para poder crear en cada espacio verde una estancia donde disfrutar plenamente de todas estas emociones.
Las emociones… ésa es la clave. La vivencia del espacio, el despertar de los sentidos.
Entonces en el punto de partida de un diseño, es importante preguntarnos: ¿qué deseo de este jardín?, ¿qué quiero que me transmita?, ¿con quién quiero compartirlo y disfrutarlo?, ¿cómo quiero que sea?... “¿Qué me gustaría crear en este espacio?”...
Si bien en este texto mencionamos que en los primeros pasos del desarrollo de un jardín es importante hacernos algunas preguntas, la mayoría de las veces no es lo que hacemos. Habitualmente en lo primero que se piensa es en las especies vegetales e incluso la tendencia es poner plantas por el solo hecho de que nos gustan…
Sin embargo un paisajista no comienza sus diseños pensando en ellas, no realiza sus primeros esbozos pensando en un listado de especies vegetales. De ser así no se estaría haciendo paisajismo y seguramente se estaría perdiendo la parte más sugerente, emotiva y mágica del proceso creativo. Partiendo de estas premisas es que se deja entonces la selección de especies a un lado, pues ya vendrán…una vez que los conceptos e ideas estén claros, el listado surgirá sin problema.
Pensándolo de este modo aunque parezca ambiguo crear un jardín sin pensar primero en las plantas, los resultados nos muestran todo lo contrario; estaremos encontrando la llave para abrir la puerta a la creatividad, a la cual hay que trabajarla ya que no existe un manual de pasos a seguir para cada diseño. Cada caso es un mundo de condicionantes, preferencias y necesidades que debemos descifrar, interpretar y acometer.
De la mano del proceso creativo, la técnica es fundamental, si conocemos las especies, sus necesidades, las características climáticas y las del lugar, las proyecciones de sombra, las necesidades de riego y otras muchas cuestiones más, podremos entonces obtener resultados que unifiquen armónicamente las emociones, la coherencia técnica y el buen diseño.
Está claro entonces que las emociones, por sí solas, no son suficientes y deben ir de la mano del conocimiento técnico.