Suscribase y reciba ia revista por mail en formato pdf
Le contenu de cette page nécessite une version plus récente d’Adobe Flash Player.
Medio Ambiente
Profesora Beatriz Peñafort Los árboles en la ciudad
La mayoría de las definiciones de un ecosistema indican que se trata de una combinación de todos los elementos vivientes y no vivientes de un área, pero se trata de una idea muy reduccionista cuando se aplica al ecosistema ciudad. La ciudad es un socio-ecosistema integrado, en el que interactúan en forma interdependiente los distintos componentes bióticos (organismos vivos como los animales, plantas, insectos, etc.) con los abióticos (el suelo, el agua, el aire), quienes a su vez, se interrelacionan con el componente humano-social, que tantas alteraciones provoca debido a las acciones que lleva a cabo. La dimensión humana del ecosistema urbano es la característica más singular del mismo. La ciudad se concibe como un ecosistema abierto, interdependiente, consumidor y demandante, agresivo y contaminante, trasformador profundo del territorio que ocupa.
Las zonas verdes en general, entendiéndose como tal a toda la superficie dentro del tejido urbano ocupado por vegetación, y el arbolado en particular son miembros relevantes del ecosistema urbano. El arbolado urbano y periurbano juega un papel clave en la concepción del medio ambiente urbano: su calidad tiene una estrecha relación con la calidad de la ciudad, la calidad medioambiental y la calidad de vida de los ciudadanos.
El buen arbolado no se improvisa, es el resultado del buen hacer en el tiempo. La mera presencia arbórea no garantiza la producción de beneficios, y son diversas circunstancias (características y usos del espacio, entorno, proporción, disposición, ubicación, especie, estado, etc.) las que deciden si una presencia arbórea es correcta y produce unos beneficios óptimos. Un arbolado decrépito y maltratado da una inequívoca imagen de miseria y abandono, aparte de generar riesgo para a la población. Esto implica que se debe invertir eficientemente tanto para la adecuada conservación de los árboles existentes, como para fomentar su crecimiento.
El diseño de las plantaciones, para lograr los objetivos funcionales que localmente se desean ofrece varios retos: el objeto del diseño es un elemento vivo con desarrollo progresivo, hay que diseñar las plantaciones bajo la garantía de que la arboleda adulta cumplirá con las expectativas, hay que prever y asegurar que existirán las condiciones y cualidades del entorno según sus requerimientos, que los árboles serán mínimamente afectados por la convivencia con otros elementos y servicios y, que en el momento en que los individuos envejezcan o mueran, no resultará compleja o imposible la reposición y renovación, de modo de dar certidumbre a la pervivencia de la arboleda.
Resulta evidente después de las consideraciones señaladas la necesidad de un trabajo sistemático interdisciplinario para elaborar normas técnicas claras y precisas. En ellas deben plasmarse los principios y criterios ordenadores para llevar a buen fin las actividades del manejo de los árboles de la ciudad tanto en lo que atañe a la creación de nuevas arboledas, como a la conservación o remodelación de las existentes.
Para conseguir una ciudad sostenible, la planificación y el diseño deben lograr que convivan el tejido industrial, los núcleos residenciales y los espacios verdes, y que la vida cotidiana en el espacio público sea agradable y armónica.