No encabezamos los índices de inseguridad del continente, pero en muchas ciudades Argentinas ya se ha vuelto un problema prioritario, que acapara la atención de la prensa y las propuestas de las campañas políticas.
Ciertamente conocer las causas de un problema, es lo primero para intentar resolverlo, y en este sentido se difunden principalmente dos argumentos, sostenidos a veces cada uno como excluyentes: El primero tiene que ver con la escasez de policía y en general de elementos para el control y represión del delito. El segundo apunta a la pobreza y desigualdad social.

No se considera aún, fuera de círculos especializados, la incidencia de la arquitectura, el espacio público y la forma de las ciudades para facilitar o impedir la generación de situaciones delictivas. Y cuando se considera, se hace solo desde la primera visión, o sea cómo defender, cercar y aislar a los edificios del riesgo por la falta de seguridad. Hoy hay más requisitos para ingresar a muchos barrios y edificios de Lima, Caracas o Bs. As. que para cruzar una frontera. Por suerte, desde la década del 60, algunos urbanistas comenzaron a estudiar meticulosamente, con observación directa y análisis estadístico, cómo operan las estructuras físicas sobre el comportamiento humano. Y disponemos de experiencias concretas e investigaciones muy valiosas.

Una pionera fue Jane Jacobs, que desde el periodismo, se fue especializando en cuestiones urbanas, y en el año 1961 publica su libro “Muerte y vida de las grandes ciudades”. Allí analiza con pormenores desde su ciudad, Nueva York, cómo se repiten patrones de conducta inducidos por determinadas formas de los edificios, barrios y ciudades, y cómo deben ser estos para fomentar la confianza y el intercambio social haciéndolos menos propicios para el delito. Hoy ya fallecida es considerada una de las urbanistas más influyentes de la actualidad.

Por la misma época, desde Copenhague, el Arquitecto Jan Gehl se cuestiona que conocemos mucho más sobre cómo debe ser un buen hábitat para los Gorilas de montaña o los Tigres siberianos, que para el Homo Sapiens, y lidera con sus alumnos de la Universidad, un proceso minucioso de observación y estudio para sacar conclusiones sobre cómo lograr ciudades vitales, seguras, sanas y sostenibles. Trabaja además en importantes intervenciones urbanas en su ciudad, y en muchas otras de distintas partes del mundo, acumulando gran experiencia. Escribe varios libros, pero hay uno, traducido al español y patrocinado por ONU-Hábitat que es imprescindible para todo aquel interesado en las cuestiones urbanas; de lectura muy amena, fácil comprensión, con excelentes presentaciones gráficas y que se puede bajar gratis desde internet. Realmente aconsejable para todo el mundo: “Ciudades para la Gente”*.

En Sud América hay también experiencias enriquecedoras. Solo mencionaré a tres políticos colombianos contemporáneos, personajes atípicos e interesantísimos los tres, que hicieron grandes aportes en momentos muy críticos de la seguridad de ese país siendo dos de ellos Alcaldes de Bogotá y uno de Medellín. No se arrepentirán quienes indaguen sobre la vida y las actuaciones de Antanas Mockus (Filósofo y Matemático), Enrique Peñalosa (Urbanista) y Sergio Fajardo (Profesor de Matemáticas); este último con buenas posibilidades de ser el próximo presidente de Colombia.

Dejaremos el relato de las ideas centrales y de algunas de estas experiencias concretas para una próxima columna, destacando solo como conclusión que el problema de la seguridad es complejo, y que la forma de estructurar las ciudades, puede aportar muchísimo para facilitar entre sus habitantes una convivencia pacífica y cooperativa. Estoy seguro.

Daniel Fassi
fassidaniel@merlo-sl.com.ar

* Enlace para bajar “Ciudades para la Gente”: http://issuu.com/region52/docs/cities_for_people-_spanish_final_ss

Daniel Fassi
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